Un día amargo
Patricio Carrillo L
" alguien debió de haber calumniado a Josef K, pues sin haber hecho
nada malo fue arrestado una mañana"
El Proceso de Franz Kafka
El martes 11 de septiembre en Valdivia fue un día nublado y gris, como lo fueron los 17 años que le siguieron. Ese día, cerca de las 8.30 de la mañana comenzaron a sonar en todas las radios marchas y bandos militares. Los bandos eran listas de ciudadanos partidarios del gobierno de Allende que debían presentarse en los cuarteles.
Cerca de las 10 de la mañana nos reunimos para ver que podíamos hacer, con pena constatamos que no había nada que hacer, sólo se optó por proteger a nuestros dirigentes campesinos, los que serían las primeras víctimas de la represión. Nunca hubo armas, eso fue un invento de las mentes torcidas y fanáticas de los milicos para aniquilarnos.
Ese mismo día volví a mi trabajo como profesor en la escuela de Ilihue, una localidad precordillerana distante 6 km de Lago Ranco, esperando que las cosas se calmaran.
En los primeros días de octubre un camión repleto de marinos llegó hasta Lago Ranco para amedrentar a la población y para martirizar a los que habíamos sido partidarios del gobierno de Allende, entraron al pueblo como una tromba marina, deteniendo a medio mundo, de la sala de clases sacaron a culatazos a mis amigos profesores Juanito y también Alex y , fueron a mi escuela a buscarme, pero yo había viajado a Valdivia.
Muchas personas fueron detenidas y llevadas a la comisaría del pueblo, allí fueron sometidas a salvajes torturas.
De ese grupo de personas, 4 de ellas, todos trabajadores, fueron subidas al vapor "Laja" de la armada y ejecutadas cruelmente, luego arrojadas al Lago Ranco. Hoy forman parte de los detenidos desaparecidos. 50 años después he meditado que algunas de esas personas pudimos haber sido Juan, Alex o yo, por entonces teníamos 20 o 21 años y ese era nuestro primer año como maestros.
Días después visite a mis amigos Juanito y Alex, "chileno", como cariñosamente le llamábamos. Estaban en condiciones deplorables, las torturas habían dejado muchas huellas en sus cuerpos y sus almas, no pude contenerme y rompí en llanto, allí entendí el poema de Neruda "Explico algunas cosas" sobre la guerra civil española cuando habla de "chacales que el chacal rechazaría" . De la caja de "Pandora" se había escapado la crueldad en toda su dimensión y ya no pararía hasta el retorno de la democracia.
A los pocos días fui detenido en Lago Ranco, denunciado por civiles, entre los que se encontraban profesores, colegas nuestros y que habían estudiado con nosotros. Fui llevado a la comisaría, allí me dijeron que estaba requerido por la fiscalía militar de Valdivia. Los carabineros que nos conocían se portaron de forma amable, me ofrecieron un plato de lentejas; con hambre y con miedo han sido las lentejas más ricas que he probado en mi vida.
Al llegar a la comisaría de Río Bueno fui salvajemente golpeado, y sin embargo nada me preguntaron. Después fui arrojado a una celda oscura y hedionda a mierda y orines, 4 tablas en el suelo constituían la cama. La puerta de madera vieja tenía en su parte inferior una abertura de unos 10 cm por donde se colaban las ratas. Cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad distinguí a un niño de unos 13 o 14 años que lloraba amargamente, le habían fracturado su mano con un martillo... preguntándole por nombres y dónde estaban las armas. Con orgullo me dijo: "no les di ningún nombre, de lo contrario ya habrían traído a mis compañeros", nunca había conocido a un niño con tanta valentía... ¡¡un héroe de carne y hueso!! y... ¡¡nunca había visto tanta maldad!! Seguramente el autor de tal monstruosidad llegó a su casa, besó a su mujer y abrazó a sus hijos, tal vez tendría un hijo de la misma edad... ¡Qué diría el santo padre!
Esa noche dormimos a sobresaltos, temiendo que volvieran los verdugos y atentos a que las ratas no nos mordieran. A la mañana siguiente fuimos trasladados hasta Valdivia en ambulancia (para despistar), allí nos trasladaron hasta la primera comisaría, nos despedimos deseándonos suerte.
El recibimiento fue a golpes, un joven teniente de carabineros me interrogó preguntándome por las armas, el aspecto de mi cuerpo luciendo los moretones lo convenció de que no teníamos armas y estábamos allí porque unos mal nacidos nos habían apuntado como extremistas. Al cabo de un rato me dijo: "ya, estás en libertad y no te metas en weas", le pregunté por mi trabajo y él respondió, "vuelve a tu trabajo". Al volver a mi trabajo, mi director y mis apoderados estaban muy asustados por lo que me había pasado, estábamos conversando cuando repentinamente se presentó el encargado de educación de Río Bueno... un mugriento y servil, una rata de dos patas de apellido Etcheberry y me dijo que estaba despedido. Sacando fuerzas y muy aniñao le dije que la fiscalía militar de Valdivia estimó que los cargos en mi contra eran puros cahuines y me dijeron que siguiera trabajando no más, si usted lo desea puede constatarlo en la fiscalía militar de Valdivia. El maldito no dijo ni una palabra, subió a su vehículo y se marchó.
Por unos días descansé, y seguí trabajando, pero la vorágine de la represión recién estaba comenzando, a finales de diciembre de ese año fui nuevamente detenido por la PDI, que por esos años estaba situado en el lugar que hoy ocupa el Terminal de Buses.
Fui ingresado a una celda asquerosa, allí estaba mi amigo "choche" un adolescente de unos 16 años, mientras yo lloraba él bailaba cumbia para animarme y me dice " no te preocupís, a eso de las 7 de la tarde nos largan".
Al poco rato llegaron 2 amigos más, Humberto y Juan. Unas horas después llegó una patrulla a buscarnos. Un milico que hacía de jefe nos dice: "Ustedes están requeridos por la fiscalía militar de Puerto Montt". Acto seguido nos suben a un camión y siempre apuntados con fusiles o metralletas, los insultos eran gratis y en todos los tonos. Ya anochecía y un poco mas allá de Osorno, en una zona de bosque, nos hicieron bajar del camión, y nos dicen : " ya conchas de su madre, corran por sus vidas", Juan González un joven contador le responde: "no vamos a correr, si quieren matarnos háganlo aquí, eso va a quedar en sus conciencias"... Los milicos quedaron sorprendidos, tal vez pensaron que les íbamos a implorar por nuestras vidas, después de un rato dijeron: " ya, suban".
Hacia la medianoche llegamos a Puerto Montt, allí fuimos trasladados a la PDI de Puerto Montt, directo a unas celdas.
Al día siguiente nos instalaron en pequeñas celdas solitarias, oscuras y mal olientes, al fondo de ellas había una pequeña mirilla donde había algo de luz y podía entrar aire. Por esa mirilla podíamos intercambiar algunas frases, pero no podíamos ver a nuestro interlocutor.
Seguidamente comenzaron los interrogatorios. Las torturas en Puerto Montt no eran distintas a las del resto del país, el denominador común era que quienes las ejecutaban eran personas sicópatas. Los gritos desesperados de los torturados traspasaron todas las paredes y llegaron a los oídos de la gente mas importante de éste país, por eso es impresentable que muchos de ellos se excusaran cuando volvió la democracia diciendo que "nunca lo supieron" o "me enteré por la prensa".
Los esbirros que realizaban estas prácticas tenían buenos ejemplos en todos los dictadores latinoamericanos, y por supuesto en el Tribunal del Santo Oficio, la INQUISICION. Es así que en uno de los interrogatorio a un hombre se sorprendieron de que el hombre no respondía ninguna de sus preguntas, pensaron que el hombre era muy valiente porque no decía nada, sólo emitía gritos, se dijeron:
- "putas el weon porfiao, no nos a dicho nada, ni siquiera su nombre". Otro preso que se encontraba presente les dijo: "el señor es sordomudo"...
Los milicos nos privaron de comida y agua mientras permanecimos en calidad de incomunicados los primeros 3 meses. Gracias a la Iglesia Católica de Puerto Montt pudimos comer y beber, de lo contrario no habríamos sobrevivido. El hambre se puede aguantar algunos días, pero la sed es desesperante hasta tal grado que piensas en beber tus propios orines.
Nunca había conocido los piojos, allí me enteré de su existencia, como un elemento anexo para aumentar nuestra angustia.
Otra cosa que les fascinaba a estos desquisiados era que a las 2 o 3 de la mañana habrían el cerrojo de nuestras celdas y nos gritaban "ya csm a interrogatorio", luego se iban cagados de la risa.
A mediados de marzo fuimos trasladados hasta la cárcel de Chin-Chin en Puerto Montt, allí los presos políticos que ocupaban el primer y segundo piso nos recibieron con alegría, fuimos asignados a una celda en donde permanecimos hacinados.
Durante el día podíamos jugar fútbol, ajedrez o conversar. Al cabo de 6 meses nos permitieron libros, buenos textos llegaron : García Márquez, Mario Vargas Llosa, Camus, Kafka, Orwell, Manuel Rojas, Hemingway, Dostoieski, Asturias, T. de Chardin, Dumas, Melville, Borges, Capote, Bradbury, Solyenitsen, Faulkner, Flaubert, Wilde, Cervantes, Sain Exupery, Shakespeare, Homero, Steinbeck, Salinger, Harper Lere, Mistral, Neruda, etc., en fin, casi todos leíamos mucho, por eso resultó algo tragicómico cuando un día nos llamaron a todos a formarnos y un sargento de carabineros nos dio una "alocución patriótica", en ella nos dijo que eramos "gente ignorante e inculta" además de "traidores a la patria", yo miraba los rostros de mis compañeros y casi todos estaban cagados de la risa, al parecer la alocución patriótica no surgió mucho efecto. Entre la "gente ignorante" había médicos, abogados, ingenieros, profesores, estudiantes, campesinos, pescadores, comerciantes y trabajadores.
Algunas veces fuimos allanados por parte de la Fach, votando y rompiendo nuestros alimentos, libros, ropa y enseres.
Era parte de su estrategia para quebrarnos emocionalmente. Pero no lo consiguieron. Cuando alguno de nosotros volvía de los interrogatorios en condiciones infra-humanas era rápidamente acogido por todos, y consolado.
Una condición fundamental del chileno es su buen humor, había gente muy ingeniosa y divertida que siempre se preocupó por mantener muy en alto nuestra autoestima y con eso se evitaron muchas depresiones.
Es necesario mencionar aquí que hubo dos personas que hicieron lo correcto en lo que se refiere al "HONOR MILITAR": Los presos que estaban allí y que venían de Chiloé, nos relataron que días después del golpe varios de ellos fueron conducidos a una dependencia de la Armada en Castro, allí un comandante de la Armada que estaba a cargo de la ciudad de Castro les dijo: " Tengo órdenes de fusilarlos a todos ustedes, no lo haré porque mi conciencia de cristiano no me lo permite, no tengo ninguna razón para hacerlo pues aquí las cosas están en calma, si ustedes son culpables de algo eso debe determinarlo un juez, no yo, además tienen derecho a un juicio justo y a una buena defensa. Lo que vaya a pasar conmigo no importa, yo estaré en paz con Dios y con ustedes. Les deseo buena suerte"
El segundo caso está referido al sistema de visitas de los presos políticos, las primeras visitas eran muy restringidas y con mucha prepotencia de parte de los encargados, con el tiempo eso cambió. Se designó a un suboficial de la Fach para realizar ese trabajo. Esta persona fue la adecuada para esa función, trató a los presos políticos y sus familias con mucho respeto y amabilidad, solucionando los problemas que se originaban en estas circunstancias, poniendo mucha humanidad en el trabajo que se le encomendó. Todos le recordamos con mucho afecto.
En mi estadía en ese recinto tuve algunas alegrías, la primera fue que le gané un partido de ajedrez al doctor Nolfang Abud, el mejor ajedrecista del penal. La segunda fue que pude impartir clases de matemáticas básicas a un grupo de campesinos que habían tenido baja escolaridad. Ellos me lo agradecieron mucho.
Yo, por ser de Valdivia, recibí muy pocas visitas, por eso me sorprendió que un día llegó Lucy, que por ese entonces era mi polola, viajó con mucho esfuerzo porque por ese entonces había muy pocos recursos y mucho miedo, nos abrazamos mientras ella lloraba, le dije que estaba bien, que me esperara que pronto esto terminaría y le pedí que por su seguridad no volviera a verme porque estábamos en presencia de bestias. Ya han pasado más de 50 años y nunca nos hemos separado.
Tenemos una hija y una linda nieta.
Así transcurrió un año y medio, de pronto nos llaman y nos informan que al día siguiente debíamos enfrentar un Consejo de Guerra que decidiría nuestra suerte. A las 9 de la mañana del día siguiente nos llevaron hasta la fiscalía, ingresamos a una sala y frente a nosotros había un jurado de 6 o 7 personas con trajes militares llenos de charratelas. Algunos perfectamente peinados y con expresión muy seria, para nosotros sólo eran payasos que estaban allí para darle algo de legalidad a nuestra detención. Mientras el fiscal leía los cargos mi mente voló hacia los días felices de mi niñez en el campo de Trumao, junto a mis tíos, de pronto cuando llegó el momento de que hablaran los jueces, me sentí totalmente identificado con Josef K, el protagonista de EL PROCESO de Franz Kafka:
"alguien debía haber calumniado a Josef K, pues sin haber hecho nada
malo fue arrestado una mañana".
Cuando terminó aquel circo entendí que estábamos en libertad, pero con LIBERTAD VIGILADA, por lo que durara la dictadura.
Escribo este relato para que forme parte de nuestra memoria, y para que los milicos de este país entiendan que NUNCA MAS podrán votar un gobierno elegido democráticamente, no podrán matar, torturar y hacer desaparecer personas sin enfrentar a la justicia por estos actos tan crueles. Ya han pasado 50 años y muchos de los torturadores cumplen cárcel de por vida, otros recién están ingresando a la cárcel.
Para nosotros está establecido que el mejor sistema de gobierno es la democracia, con sus virtudes y defectos... que las utopías de falsos paraísos ya quedaron atrás. Deben gobernar los mejores, las personas amables, austeras y con muchos conocimientos y sobre todo de economía, porque ¡¡con plata se compran huevos!!Que entiendan que todos las riquezas que Dios nos dio, mar, desiertos, minerales , lagos, ríos, agua dulce, bosques, praderas, hielos, diversos climas, aves, animales, etc., debe ser compartido con todos los chilenos y que no sea privilegio de unos pocos. Eso sólo lo pueden hacer los hombres que aman a Chile y su gente.